Castiga dólar a importadores pero beneficia ventas brasileñas
Uno de los sectores que más se ha beneficiado de esa caída de la moneda brasileña –que se sitúa en torno al 45 por ciento en 12 meses- es el de los autos, que en Brasil sufre una profunda crisis y que ha logrado entrar en mercados externos.
Así, las exportaciones brasileñas de autos crecieron 16.6 por ciento en los primeros seis meses del año respecto al mismo período de 2014, una tendencia en clara contraposición a la caída de 20 por ciento en las ventas nacionales, según datos de la Asociación Nacional de Fabricantes de Vehículos Automotores de Brasil (Anfavea).
Destacan en especial las ventas a México, que han aumentado por encima de 70 por ciento en lo que va de año, impulsadas por la depreciación y por los nuevos acuerdos automotrices bilaterales, según Luiz Moan Yabuki, presidente de la agrupación.
Ante el cuadro de recesión en la economía brasileña, que en el primer semestre cayó 2.6 por ciento, las exportaciones se mostraron en realidad como el único sector que crece y tira de la economía.
Entre abril y junio las ventas al exterior aumentaron 3.4 por ciento respecto al primer trimestre y 7.5 por ciento respecto al mismo período de 2014, según datos recientes del Instituto Brasileño de Geografía y Estadística (IBGE).
La presidenta brasileña Dilma Rousseff dijo la semana pasada que la solución a la actual crisis es exportar más, como ya hicieron Estados Unidos y Europa durante el período de turbulencia posterior a la crisis financiera de 2008.
“En todas las crisis la exportación es un canal para salir de la crisis. Cuando el mercado interno disminuye, hay que acudir al mercado externo. Con esta tasa de cambio, Brasil puede exportar mucho más”, dijo hace unos días el ministro de Desarrollo, Industria y Comercio Exterior, Armando Monteiro.
Sin embargo, lo que para las empresas exportadoras puede ser un beneficio –un dólar más caro que haga el producto brasileño más competitivo-, para otros, como los importadores, supone un gran inconveniente que obliga a aumentar precios en tiempos de retracción de la demanda por la desaceleración económica.
Afecta sobre todo a importadores de productos alimenticios, en particular los vinos, los aceites y las conservas europeas y estadunidenses, que ahora incrementan sus precios en moneda brasileña.
La inflación –que se espera que este año supere el nueve por ciento en Brasil- es uno de los efectos más directos de la depreciación del real.
Agencias