Colaborador Invitado

Ben Bernanke

Por Gabriela Siller

El 1 de febrero de 2006, Ben Bernanke inició su primer término como presidente de la Reserva Federal, en un periodo en el que aún continuaba gestándose la crisis de crédito hipotecario subprime en Estados Unidos y a tan solo 15 meses de que se comenzara a observar una caída en los precios de la vivienda de aquél país.

Uno de los objetivos del entonces nuevo presidente de la Reserva Federal, fue hacer más transparente la manera en la que se determinaba la política monetaria del banco central, pasando por declaraciones públicas (mismas que no fueron empleadas por su predecesor Alan Greenspan), hasta la colocación de un objetivo de inflación del 2%. Entre los múltiples cambios se encuentran también la publicación de pronósticos económicos y el llamado “forward guidance” como guía sobre el rumbo que podría tomar la política monetaria en el futuro, para de esta manera hacer uso de las expectativas del mercado también como herramienta de política. 

Los cambios de la manera en la que opera la Reserva Federal fueron solo una parte de los retos que enfrentó Bernanke en sus dos términos como presidente de la Reserva Federal. La mayor tarea a su cargo comenzó a finales del 2007 y durante el 2008, cuando las elevadas tasas de interés en el mercado inmobiliario y un deterioro del crédito, llevó a la Fed a recortar su tasa de interés de referencia, dando inicio a una política monetaria altamente acomodaticia que prevalecería hasta la fecha. Asimismo, la ya adentrada crisis crediticia, la autoridad monetaria implementó medidas para otorgar liquidez a las instituciones de depósito como el TAF (TermAuctionFacility), que eran préstamos a 28 días colocados por medio de subastas. 

Durante el 2008 la Reserva Federal continuó recortando su tasa de interés de referencia hasta un rango de 0 a 0.25% en diciembre del mismo año, después de que se desató la crisis al interior del sistema financiero evidenciada por la quiebra de LehmanBrothers el 15 de septiembre. Fue a partir de este punto cuando las circunstancias pusieron a prueba la capacidad de la Reserva Federal para hacer frente a la severa crisis económica. 

La decisión de incrementar el balance de la Fed a través de medidas no convencionales de política monetaria, fue clave para mantener una política monetaria funcional, a pesar de encontrarse en un escenario conocido como trampa de liquidez. Entre el QE2, el programa de extensión de madurez (Operación Twist) y el aún vigente QE3, al día de hoy la Fed ha inyectado 3.94 billones de dólares (3,947 mil millones de dólares), manteniendo su tasa de referencia en el rango de 0 a 0.25%. 

Cabe señalar que existe una diferencia clave entre los mandatos de la Reserva Federal y los de otros bancos centrales: La necesidad de mantener un máximo empleo a la par de la estabilidad de precios. Las medidas de política monetaria no convencionales también conocidos como “estímulos monetarios” encontraron una fuerte crítica, tanto por economistas partidarios de una política monetaria restrictiva, como por aquellos partidarios de una política monetaria altamente acomodaticia. 

Por el lado en contra, se argumentó que las elevadas inyecciones de liquidez al sistema financiero podrían llevar a un problema de estabilidad de precios (siendo éste el principal argumento), a la vez que se estaban generando riesgos sistémicos no solo al interior de Estados Unidos, sino también en economías emergentes que habían recibido flujos de inversión en cartera ante el amplio diferencial en tasas, lo que podría ocasionar un “shock” una vez que se observara un incremento en tasas en Estados Unidos. 

Por el lado a favor de una postura acomodaticia, se argumentó que Bernanke no implemento una política lo suficientemente agresiva, en especial ante el reto que representó una mala política fiscal, la cual fue restrictiva al mismo tiempo que fue en contra de los esfuerzos de la Fed con el objetivo de fomentar el empleo y el crecimiento económico de Estados Unidos. 

Es importante recordar que a pesar de que Bernanke pudiese haber decidido implementar una postura más agresiva a la hora de incrementar el balance de la Fed, las decisiones de política monetaria son un consenso entre los miembros del Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC), por lo que las decisiones están sujetas a los acuerdos del comité. 

Apegándose estrictamente a los mandatos de la Reserva Federal, la tasa de inflación durante los 8 años del periodo de Bernanke ha sido en promedio  2.2%, muy cercano al objetivo a pesar del fuerte periodo de crisis e incluso ante la aplicación de una política monetaria altamente acomodaticia por un tiempo prolongado. Por su parte, la tasa de desempleo de Estados Unidos pasó de un máximo de 10% en octubre del 2009 a 6.7% en diciembre del 2013, con una expectativa de recuperación en el 2014. 

El más reciente reto para Ben Bernanke, ha sido el inicio de los recortes al programa de estímulos monetarios ante un escenario económico positivo. Esto es así por el riesgo que implica para el sistema financiero un retiro súbito de las inyecciones de liquidez y el efecto que esto podría tener sobre las tasas de financiamiento privado y del gobierno federal. 

El mandato del aún presidente de la Reserva Federal requirió no solo de la implementación de herramientas de política monetaria hasta ahora nunca empleadas, también requirió de un cambio en el esquema de trabajo con una mayor apertura a la manera en que se toman las decisiones de dicha política y la manera en la que se dan a conocer opiniones, pronósticos y las guías de decisiones futuras (forward guidance). El nuevo esquema de funcionamiento de la Fed aparentemente llegó para quedarse, mientras que las fuertes inyecciones de liquidez llevadas a cabo durante los últimos 5 años, han ayudado a sortear, hasta ahora con “éxito”, la gran recesión del 2008 y los riesgos sistémicos que se derivaron de ella.

 

Gabriela Siller es Directora de Análisis Económico y Financiero de Banco Base

 

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