Colaborador Invitado

¿Por qué cayó tanto la confianza del consumidor?

Por Gabriela Siller

 

La semana pasada se publicó el índice de la confianza del consumidor de México, que se ubicó en 68.49 puntos en enero, su nivel más bajo en registro. No sólo el índice general mostró un retroceso, sino también la percepción de los hogares sobre la condición del país dentro de 12 meses con respecto a la condición actual alcanzó un nuevo mínimo, al igual que la percepción sobre la situación económica del país hoy comparada con hace 12 meses. Ni siquiera durante la crisis financiera de Estados Unidos, que hizo que el PIB de México cayera 6%, se observaron niveles tan bajos en la confianza del consumidor.

Lo anterior puede deberse a que la crisis de Estados Unidos ocurrió de golpe y no hubo antecedentes evidentes que mostraran que la economía estadounidense iba a deteriorarse e incluso colapsar en unos cuantos meses. En cambio, aunque hoy la economía del país vecino ha mostrado indicadores positivos, en particular en el consumo y el mercado laboral, la percepción de la población mexicana se ha deteriorado paulatinamente porque se han presentado varios eventos significativos en un periodo más extenso de tiempo.

En primer lugar, el peso mexicano ha mostrado una volatilidad constante desde el 2008 y una depreciación sostenida desde el 2014. El peso se ha depreciado alrededor de 85% desde el 2014 y sólo en el 2016 bajó 25% de valor. En la mente del mexicano promedio se tiene el recuerdo de las viejas devaluaciones que precedían a las crisis económicas, por lo que la constante y rápida depreciación del peso provoca estrés entre los consumidores quienes esperan que en cualquier momento se desate una crisis en nuestro país.

En segundo lugar, está el hecho de que los índices de aprobación de las autoridades gubernamentales mexicanas han caído significativamente. Los menores precios del petróleo, las condiciones financieras de Pemex y la impopularidad de la reforma energética también han influido sobre la percepción de la población.

Además, las presiones inflacionarias han aumentado, particularmente por el incremento en los precios de gasolina que llevaron a la inflación durante la primera quincena de enero a 4.78%, por encima del objetivo del Banco de México de 3%. Este punto es probablemente el que causó el mayor impacto en la confianza del consumidor, pues es bien conocido que la inflación alta es el peor de los problemas económicos o al menos el que provoca el mayor pesimismo sobre la población. Si lo duda, revise la historia y vea cuántas manifestaciones ha habido cuando la tasa de desempleo sube y cuántas veces la gente se ha manifestado por el alza en los precios.

Finalmente, está la llegada de Donald Trump a la presidencia de Estados Unidos, con amenazas directas a México que parece llevarán a políticas comerciales agresivas, las cuales podrían resultar en la caída de las exportaciones de México y mayores tasas de desempleo, a la par de incrementos en los precios locales.

Cabe destacar que tampoco se puede ignorar que existe un escenario global complejo, pues como nunca antes el experimento de la Unión Europea se ve amenazado por los euroescépticos y la extrema derecha, a lo que se suman los ensayos nucleares por Corea del Norte, la personalidad tipo novela de Vladimir Putin y el incremento de racismo en varios países.

Además, es importante agregar que 8 años después de la gran recesión, la interconectividad personal y global se ha incrementado de manera importante. Ahora, las redes sociales son una herramienta no solo de los jóvenes sino de todo tipo de edades y estratos socio-económicos. El incremento de su uso es tan grande que en el 2008 y 2009, Facebook contaba solo con 350 millones de usuarios a nivel global comparado a los 2 mil millones actuales, mientras que en México el número de usuarios de internet pasó de 22 millones en 2008 a más de 60 millones en 2015. Este tipo de herramientas se han vuelto parte del día a día de los usuarios y un medio por el cual la población tiene un mayor acceso a información de diferentes fuentes. Esto se traduce en una población más informada pues se comparten noticias, opiniones y aparentemente, también el pesimismo.

Mariandrea Maldonado

Gabriela Siller Pagaza

Análisis Económico Banco BASE

gsiller@bancobase.com

 

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