Colaborador Invitado

Nearshoring y sustentabilidad impulsan sector de acero en Latinoamérica

Para 2028, se espera que el mercado global del acero crezca un promedio de 2,5 % anual, alcanzando los 1,12 billones de dólares, según datos de Reports and Data. Esta moderada expansión esconde, sin embargo, un ecosistema empresarial muy dinámico, que presenta grandes oportunidades y que viene viviendo un expresivo ciclo de innovación. Como parte de esta transformación, América Latina tiene la oportunidad de posicionarse como un actor importante en una sociedad que consume de manera más responsable.

La expectativa es que en los próximos años el mercado mundial del acero sea impulsado por una mayor demanda en sectores como la industria naval y el petróleo y el gas. Al mismo tiempo, la rápida urbanización en los países en desarrollo tiene un impacto positivo en el sector de la construcción, aumentando la demanda y reforzando la necesidad de buscar fuentes de producción más sostenibles.

En América Latina, el sector siderúrgico emplea a 1,3 millones de personas directamente en la producción de 64,6 millones de toneladas. La región, sin embargo, consume 74,8 millones de toneladas de acero al año. Esta balanza comercial negativa, en mi opinión, no durará mucho, ya que América Latina podría producir aún más e incluso exportar a otras regiones del mundo.

Para defender la generación de empleos y todo un ecosistema que se beneficia de la cadena siderúrgica, sin embargo, es necesario cambiar algunos paradigmas. Estos cambios generarán beneficios económicos y sociales, aumentando la vocación sustentable de nuestra región. Para que esto suceda, sin embargo, es necesario ser consciente de tres puntos importantes.

Primero, es necesario reafirmar que las empresas latinoamericanas no necesitan proteccionismo, sino un comercio justo, basado en criterios bien establecidos. Cuando el mundo compite en igualdad de condiciones, renunciando a prácticas como el dumping y los subsidios gubernamentales, América Latina se destaca por su capacidad de innovación.

En segundo lugar, vivimos momentos de tensión en las relaciones comerciales entre grandes mercados, como China y Estados Unidos. Como resultado, el acero chino, producido a costos artificialmente bajos, ya no accede al mercado estadounidense y llega a América Latina, dificultando el desarrollo de la industria local.

Finalmente, las preocupaciones globales sobre los aspectos ESG del negocio colocan al acero fabricado en América Latina en el centro de atención. Se trata de una producción aproximadamente un 30 % más limpia que la de China, ya que la energía utilizada en la fabricación del acero proviene de fuentes renovables, como la eólica y la hidroeléctrica. Reducir la huella de carbono a lo largo de la cadena es esencial para evitar daños mayores al medio ambiente.

 

La defensa comercial favorece al acero latinoamericano:

En las últimas décadas, la producción mundial se ha desplazado, en casi todas las industrias, a regiones como China y el sudeste asiático. En la base de este movimiento está la idea de optimizar la producción, creando cadenas largas y muy eficientes para reducir costes, dejando en un segundo plano aspectos como la condición de la mano de obra o el impacto medioambiental.

Hizo falta una pandemia para que las debilidades de este sistema quedaran claras. Las cadenas de suministro largas son menos flexibles y pueden verse afectadas en múltiples puntos. El bloqueo del mercado chino y las restricciones que han tenido lugar en todo el mundo han creado importantes cuellos de botella logísticos, que llevará mucho tiempo resolver.

Al mismo tiempo, la pandemia ha despertado la atención del público sobre las consecuencias de nuestras acciones. Comenzó a cuestionarse la forma en que cuidamos el medio ambiente y la sociedad, y aumentó la fuerza de movimientos como la producción “más limpia”, el uso de proveedores locales y una visión integral de los impactos socioambientales.

Cuando la pandemia estresó las cadenas de suministro y creó grandes desafíos en la gestión de inventario, la idea de nearshoring volvió a tener fuerza. En lugar de producir en el otro lado del mundo porque es más barato, tenía sentido invertir un poco más en la producción local, con entrega rápida y flexibilidad logística. La guerra en Ucrania ha dejado aún más claro cómo las cadenas globales pueden sufrir las tensiones geopolíticas.

En este sentido, América Latina ocupa una posición privilegiada. Es una región con estabilidad geopolítica, paz a pesar de las inestabilidades económicas y una inmensa vocación productiva sostenible a gran escala. Además, cuenta con un próspero mercado interno que, a largo plazo, puede convertirse en proveedor de acero verde para todo el mundo.

El primer paso de esta transformación ya se está dando con el nearshoring, que beneficia a mercados como México y Colombia, precisamente los que se han globalizado más en décadas anteriores. Brasil, por su parte, tiene una gran producción local y es uno de los líderes mundiales en energías renovables.

 

Desafíos locales:

Con mucho talento, innovación y formación de profesionales, América Latina tiene amplias condiciones para convertirse en un actor cada vez más importante en el escenario siderúrgico mundial. Primero a través del nearshoring, en adelante, reforzando su vocación de productor de acero verde y, con la reducción de las asimetrías competitivas.

Sin embargo, para que este ciclo suceda, cada país de la región necesita resolver problemas internos. Desde el mineral de hierro hasta la producción de acero, América Latina es muy eficiente. Sin embargo, desde la producción hasta la distribución o la exportación, aún es necesario superar los procesos burocráticos y la logística desfavorable.

La infraestructura de transporte en sus diversas modalidades (ferrocarril, hidrovía, carretera) puede desarrollarse mucho más, integrando a todos los países de la región. Al mismo tiempo, se deben simplificar y agilizar las tasas, impuestos y procesos burocráticos, para que la circulación de los productos sea mucho más fácil.

Existe el potencial para aprovechar mejor el nearshoring y fortalecer la industria siderúrgica latinoamericana. Tenemos una ventana de oportunidad muy favorable, pero para aprovecharla, debemos seguir trabajando duro y sortear las externalidades con destreza.

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