Necesario contar con programa económico contingente de tesitura industrial y con desarrollo social.- IDIC
18 de enero de 2022.- La Voz de la Industria, órgano informativo del IDIC, publicó hoy el análisis: “Economía mexicana: ¿tropezón, desaceleración o el preludio de una nueva recesión?”
México requiere un programa de reactivación industrial para enfrentar la herencia de desaceleración, inflación, avance del COVID-19, diferencias con Estados Unidos y alza en las tasas de interés.
Atrás quedó la posibilidad de un crecimiento económico de 6% en 2021.
Será hasta la segunda mitad del 2023 cuando México alcance el nivel del PIB que se tenía al inicio del 2019.
El indicador oportuno de actividad económica publicado por el INEGI confirma que durante el último trimestre la economía mexicana entró en una fase pronunciada de desaceleración (gráficas 1 a 4). El crecimiento del 2021 se encontrará más cercano al 5% que al 6% estimado meses atrás en algunos análisis.
El incremento promedio preliminar apenas superó el 0.1%, una cifra que permite establecer un aumento del PIB de 5% o inferior durante el 2021.
Si bien aún es necesario esperar las cifras definitivas es evidente que esto permite establecer una tendencia a la baja en la evolución del sistema productivo mexicano.
El análisis de los 2 componentes principales del PIB permite establecer la prevalencia de una debilidad en el sector de los servicios, el cual representa más del 60% de la economía nacional. De acuerdo con el INEGI durante noviembre y diciembre dicho sector tuvo dos retrocesos que muestran la debilidad del mercado interno aún antes de la aparición de la cuarta ola de COVID-19.
Por su parte si bien el sector industrial exhibe mejores resultados estos apenas alcanzan a ser positivos con incrementos marginales de 0.7 y 0.4% en noviembre y diciembre respectivamente.
En esto último influye la moderada actividad del sector automotriz, los retrocesos en la edificación y la contracción que aún existe en algunos componentes estratégicos del sector energético.
Si bien la construcción de infraestructura y de las manufacturas en general mantienen un mejor dinamismo, esto no alcanza a compensar lo que ocurre en los sectores productivos antes mencionados.
Sin lugar a duda que ello permite entender la disminución en el empleo formal registrado ante el IMSS durante el mes de diciembre y aún en la primera quincena enero del 2022.
Bajo dicho contexto es relevante considerar que a la dinámica descrita se le deberá agregar el entorno de presión inflacionaria, avance del COVID-19, discrepancia en las reglas de origen suscritas en el T-MEC y el incremento previsible en las tasas de interés.
De igual forma es fundamental considerar lo que la organización Internacional del Trabajo, la CEPAL y la OCDE han presentado respecto a la situación del mercado laboral y de la economía mundial. Básicamente, de manera individual, dichas instituciones han señalado que el pico de recuperación económica llegó a su fin en la mayor parte del orbe y que esto tendrá implicaciones negativas sobre el mercado laboral.
Si bien se puede señalar el caso excepcional de China, que alcanzó un crecimiento económico superior al 8% al mismo tiempo que logró contener la presión inflacionaria, es claro que la fuerza del país asiático no alcanza a revertir las tendencias globales pero que en el caso de México sí representa una potencial competencia por los mercados de manufactura en América del norte, un hecho que debe tomarse en consideración.
Aquí debe recordarse que el éxito de China y de su esfera de influencia en el este de Asia no es casual, es producto de 40 años de política industrial y de acuerdos internacionales que van más allá de la lógica comercial.
¿Qué hacer?
En función del contexto descrito se fortalece la necesidad de contar con un programa económico contingente de tesitura industrial y enfocado al desarrollo social que permita potenciar a los sectores productivos internos que tienen la capacidad de atenuar la desaceleración que ya se observa.
Nuevos proyectos de infraestructura deberán ser impulsados con un mayor contenido nacional y en donde se involucre una mayor participación de empresas establecidas en México. La banca de desarrollo podría impulsar a los sectores estratégicos que tienen la capacidad de competir tanto en el mercado interno como en los mercados internacionales y que al mismo tiempo sean garantes de generación de empleo e incremento en la inversión productiva.
Revertir la tendencia negativa en la edificación es fundamental porque ello implica reactivar la inversión asociada a sectores productivos que hoy han moderado su ritmo de expansión.
Garantizar la eliminación del comercio desleal es otro paso por dar para evitar un mayor desajuste en las cadenas productivas mexicanas.
En esencia las cifras preliminares presentadas hoy por el INEGI confirman la pertinencia de evitar una mayor desaceleración a través de la aplicación de un programa de política industrial, representa el único mecanismo que ha logrado tener éxito a nivel global en la época de la pandemia.
Reportacero