Colaborador Invitado

¿Por qué es importante subir la tasa de interés?

Por Gabriela Siller

A nivel global persiste la alta inflación, pues la desincronización por la pandemia continúa. Hay escasez de productos, cuellos de botella en centros de logística, cierre de puertos relevantes para el comercio internacional, incrementos en costos de fletes marítimos y alza en los precios de algunos commodities. A nivel local, la inflación en México se ha ubicado durante 5 meses consecutivos por encima del 4%, que es el rango superior de la meta del Banco de México. Como la pandemia continúa y con esto seguirá la desincronización global, se espera que las presiones inflacionarias se mantengan hasta el 2022, lo cual incrementa las probabilidades de una política monetaria más restrictiva, es decir con mayores tasas de interés en el mundo.

El alza en tasa de interés de manera teórica restringe la demanda agregada, pues incrementa el costo del dinero en el tiempo: se eleva la tasa de interés y es más caro financiar consumo e inversión. Particularmente en México, la inversión se ve más afectada que el consumo al subir la tasa, siendo una ralentización del crecimiento de la inversión en el largo plazo, el principal impacto del incremento en tasas de interés.

En México la inversión fija mostró una tendencia de baja desde finales del 2018 como consecuencia de incertidumbre por la política económica de México. El repunte de la inversión en el segundo trimestre del 2021 fue solo un efecto rebote tras la caída significativa del 2021. Bajo este contexto, sería lógico pensar que habría que incentivar a la inversión y de hecho así debería hacerse, pero desde la política fiscal, pues la política monetaria en México tiene como objetivo mantener la inflación baja y estable alrededor del 3 por ciento. No se trata de cambiar el objetivo de Banxico para incentivar el crecimiento económico, ya que la alta inflación afecta al poder adquisitivo de las familias y con eso afecta al consumo de manera directa y de manera indirecta a la inversión y la creación de empleo.

En México la alta inflación es un problema que ha probado no resolverse solo. Basta ver los períodos en los que la inflación se sube del rango máximo objetivo de Banxico. En el 2001 el Banco de México tomó el régimen de objetivo de inflación como marco para la conducción de la política monetaria, estableciendo la meta de 3% para la inflación anual, con un error permitido de más, menos 1 por ciento. Desde esa fecha, la inflación se ha ubicado por encima del rango de 4% en 141 meses, es decir en poco más del 50% del período considerado.

Desde 2001, el periodo más largo con inflaciones por encima del 4% ha sido de enero 2001 a septiembre 2003. Otros periodos largos con inflaciones encima del 4% son: 25 meses de enero 2017 a enero 2019; 20 meses de marzo 2008 a octubre 2009; 19 meses de enero 2004 a julio 2005; 6 meses de julio a noviembre 2012 y de julio a noviembre 2014; y el actual de 5 meses de marzo a julio 2021, que amenaza con alargarse hasta diciembre 2022. Contemplando el mismo período de tiempo, la inflación se ha ubicado encima de 5% en 56 meses, es decir 23% de los meses y por encima del 6% en 22 meses, 7 de los cuales fueron en 2001. En el mismo período de tiempo, la inflación nunca ha estado debajo del rango inferior de 2 por ciento.

Lo anterior es muestra que el proceso de formación de precios en México tiende hacia la alta inflación y no hacia la baja. Sin embargo, la inflación parece mostrar un nivel “tope” alrededor de 6%. Por lo tanto, ante altas inflaciones es conveniente ser cauteloso y seguir de cerca las expectativas, para combatir altas inflaciones esperadas mediante alzas de la tasa de interés. El tope de inflación ha sido consecuencia de la conducción de la política monetaria que mediante alzas en la tasa ha frenado las presiones. Como en México la inflación no tiene probabilidad importante de subir a niveles no controlables con pequeñas alzas de tasa, se estima que las subidas de tasa seguirán siendo de 25 puntos base, a menos que las expectativas apunten hacia inflaciones de 6.5 por ciento.

Bajo este contexto es previsible una o dos alzas más de 25 puntos base antes de que termine el 2021. Para el 2022 dependerá de cómo la Junta de Gobierno perciba la inflación y sus expectativas, sobre todo teniendo como nuevo gobernador a Arturo Herrera que, aunque tendrá el mismo voz y voto que los demás miembros de la Junta de Gobierno, podría sumarse al tono flexible que han tomado Gerardo Esquivel y Galia Borja en las últimas decisiones de política monetaria.

Gabriela Siller es directora de análisis de Banco Base

 

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