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Exigen el cierre de Ternium en Monterrey

5 de agosto de 2013.- Maquinaria obsoleta, deficiente mantenimiento, subcontratación de trabajadores y altos índices de contaminación provocaron, junto a la falla de una válvula y la subsiguiente fuga de gas, la muerte de 10 trabajadores en la acería Plata Guerrero, de la empresa italoargentina Ternium México, en una de las peores tragedias laborales de la historia reciente de Monterrey.

Así se desprende de testimonios de trabajadores y grupos ambientalistas que han exigido el cierre inmediato de la empresa, «protegida» por sindicato y gobierno, pero denunciada por «negligencia criminal» y por «homicidio voluntario».

Antes de la tragedia, ocurrida el pasado 22 de julio, hubo incidentes que anunciaban la catástrofe por falta de mantenimiento y por la antigüedad de la planta acerera –más de 50 años–, ubicada de manera irregular en la zona metropolitana de la ciudad.

Un trabajador subcontratado, que percibe 900 pesos semanales y que estaba a «nivel de horno» donde se produjo la explosión, cuenta: «Esa zona es una ratonera, una trinchera, aunque no hubiera habido explosión, sólo fuego, también hubiera sido muy difícil sacarlos. Hay maquinaria obsoleta, y los aparatos están parados por la acumulación del polvo (residuos contaminantes): se van cerrando válvulas, instrumentos, los detectores están obstruidos y no detectan una fuga de gas, no tienen mantenimiento».

Ternium es la antigua compañía siderúrgica Hojalata y Lámina SA (Hylsa), fundada por las familias Muguerza y Garza Sada en 1942 para hacer corcholatas de botellas de cerveza. Fue vendida a capital extranjero. Ternium comunicó ventas por 7 mil 400 millones de dólares (mdd), ganancias de 622 millones de dólares, activos por 11 mil 100 mdd y 7 mil 100 mdd de valor. Según Forbes, es una de las empresas líderes en el mundo, encabezada por Paolo Rocca y Máximo Bedoya.

Temor a represalias

Los trabajadores han expuesto testimonios sin revelar su identidad, por temor a represalias, en dos videos grabados por la Asamblea Estudiantil de la Universidad Autónoma de Nuevo León, una de las zonas más afectadas por la emisión de ácidos y azufre de Ternium México.

«Su política, consistente en maximizar ganancias económicas ignorando las fallas estructurales en las instalaciones y maquillando la precaria situación en que vive diariamente el trabajador, da los argumentos necesarios para calificar los hechos recientes de un crimen industrial», dice el comunicado de los estudiantes, que exigen una investigación imparcial y denuncian contubernio entre gobierno y propietarios.

Ternium está ubicada en avenida Universidad 992, colonia Cuauhtémoc, en el municipio de San Nicolás de los Garza. Al recorrer la amplia zona que abarca varias manzanas es posible observar la acumulación de óxido en las señales y estructuras de las calles, residuos tóxicos que también afectan las colonias aledañas y al campus universitario.

«Es lluvia ácida de óxidos de nitrógeno y dióxido de azufre, contaminantes muy tóxicos y cancerígenos mortales. El proceso de producción es antiguo y obsoleto. No nos explicamos cómo el gobierno de Nuevo León los deja operar. Tienen la ciudad contaminada, no sólo el aire, sino el suelo y los acuíferos. Ternium está catalogada como empresa de alto riesgo y debe ser cerrada inmediatamente», dice en entrevista Guillermo Martínez Berlanga, del Comité Ecológico Pro Bienestar.

Los ambientalistas presentaron una denuncia ante el Procurador Federal de Protección al Medio Ambiente, Francisco Moreno Merino, para exigir de «forma expedita y definitiva» el cierre de la empresa, debido «al alto riesgo en que se encuentra la integridad de trabajadores y ciudadanía en general, el deterioro ambiental que ocasiona Ternium de manera progresiva y sistemática, así como el impacto negativo con que daña lacerantemente la salud y calidad de vida de las familias asentadas en su entorno, colonias Del Norte, Garza Cantú, Predio Aldape, Vidriera, Cuauhtémoc, Anáhuac, Residencial Nogalar, Residencial Nova y otras».

Testimonios

El día de la tragedia, Ternium prohibió la entrada a su planta a los cuerpos de socorro y protección civil, lo cual agravó aún más las consecuencias: dos trabajadores murieron de manera instantánea y ocho de forma paulatina debido a la gravedad de las quemaduras, mientras los heridos se debaten aún entre la vida y la muerte.

El ocultamiento de información fue la constante de la empresa durante y después del siniestro, denuncian los ambientalistas encabezados por Martínez Berlanga: «Es indignante la conducta socialmente irresponsable, con gravísimas consecuencias para la vida humana, exhibida sin inhibiciones por los empresarios de Ternium, que se negaron a dar entrada a las corporaciones de auxilio, a los cuerpos de bomberos y de protección civil, para que prestaran atención médica inmediata a los trabajadores accidentados, so pretexto de no violar protocolos que evidentemente ni ellos mismos respetan…»

La compañía, en sus escuetos comunicados, siempre habló de «incidente», sin explicar con precisión las causas, solamente «lamentando» el fallecimiento de los 10 obreros.

Para los trabajadores que ofrecieron sus testimonios, no fue una sorpresa la explosión, pues hubo alrededor de 20 percances antes de la tragedia y más de 100 fallas. «Por el mal estado de sus equipos, tuberías, instalaciones eléctricas, en fin, y más en estas áreas de acería, donde se genera y se trata el acero, hay muchos elementos como el nitrógeno, gases, polvos químicos y todo tipo de minerales con que se procesa el acero, que son muy peligrosos. Los equipos tienen mucho desgaste y están muy dañados, no aguantan tanto el trabajo y de allí se generan los accidentes. Se usa mucho el ácido clorhídrico para el proceso de la lámina», dice un trabajador subcontratado.

Y explica con detalle las verdaderas razones: “Ternium tiene equipos muy antiguos, obsoletos, nunca los renovaron. Donde fue la tragedia hay un equipo que llaman estrudel o lavador de gases ácidos, que son unas espreas que avientan agua a presión para que ese ácido se precipite a un depósito y ya no salga a la atmósfera, pero dada la situación de esos equipos, ya muy dañados, el ácido lo echa hacia afuera”.

Otro trabajador ubica el lugar del siniestro: “Donde fue la tragedia hacia el lado oriente hay otra área que le llaman reducción directa, ahí tienen unas esferas pequeñitas llamadas ‘fierro esponja’, que para meterlo al horno le inyectan un gas, contaminante, muy peligroso; esa área está muy podrida, muy oxidada”.

Y añade: “La esferita ‘fierro esponja’ la inyectan al horno ya en un estado casi líquido, que tiene su por qué para hacer el acero; entonces, adentro, donde hay dos hornos fundiendo el metal, lo hacen con corriente eléctrica de miles de kilovatios, con unos electrodos que los meten en el horno y le inyectan energía eléctrica. Empieza a hacer un ruidazo que tenemos que ir con tapones auditivos. Cuando se funde el metal sale polvo, hay un sistema de absorción, pero es ineficiente: el polvo se queda adentro de la nave de la acería. Finalmente, el polvo se precipita al suelo y contiene ese gas. Si un soldador corta una lámina, la chispa cae al polvo y éste prende y arde”.

El trabajador teme por su seguridad y la de sus compañeros: «Cada vez que entramos a la empresa nos tenemos que encomendar al santo de la devoción para salir bien librados y con vida, sin ningún accidente, para regresar a nuestras casas. Dios no lo quiera, puede ocurrir otro accidente igual o mayor que el que pasó en estos días».

La primera explicación del siniestro fue una supuesta acumulación de gas, algo que los trabajadores refutan: “Donde sucedió la explosión le llaman Alco con dos torres –Alco Sur y Alco Norte–, en esta última sucedió la explosión. Los compañeros que han entrado ahí vieron que los equipos están muy dañados, tuberías, válvulas y por allí sucedió algo, una fuga en alguna válvula que no detectaron, nomás se requería una chispita para iniciar la explosión. No fue acumulación de gas: este gas es volátil y se va a la atmósfera. La magnitud de la explosión fue a causa de una falla en una válvula que originó una gran fuga con una chispa, porque andaban soldadores trabajando y con eso tuvo”.

Minimultas

Ternium entregará indemnizaciones de 324 mil pesos a los familiares de los 10 fallecidos, nueve de ellos, trabajadores subcontratados para realizar labores de mantenimiento.

Pese a la gravedad de los hechos, la delegada de la Secretaría del Trabajo, Mayela Quiroga Tamez, dijo que la posible sanción sería entre 250 y cinco mil salarios mínimos, lo que equivale a entre 15 mil 400 pesos y 324 mil pesos: «Ternium no ha escatimado para la atención médica y los gastos funerarios».

La sanción aplicada por el municipio de San Nicolás fue de sólo 600 mil pesos, algo que Martínez Berlanga considera inaceptable: “El proceso de subcontratar gente se presta a la corrupción, porque los mantenimientos son defectuosos, no son preventivos, sino correctivos. Esto lo saben los dueños, los trabajadores, el sindicato, el gobierno y ya le van a dar carpetazo.

«Las autoridades multan con cantidades ridículas, como si las vidas de los seres humanos valieran eso. Sabemos que estos empresarios extranjeros vienen a violar todos los controles, todas las leyes, no sólo ambientales, sino laborales y de seguridad. La Secretaría del Trabajo es una empleada de ellos y responde a sus intereses. Estamos pidiendo el cierre y la averiguación penal por negligencia criminal. Fueron homicidios por falta de mantenimiento. Son 10 vidas, más cuatro trabajadores que quedarán desgraciados para siempre con quemaduras. Están obligados, pero el gobierno no los toca.»

Fuente: VANGUARDIA

 

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